jueves, 21 de junio de 2012

Alcantarillas de Japón

Japón es el país del dibujo animado y esto, cuando se visita este país, es algo que se nota en cada esquina por la que pasas caminando. Es curioso ver anime en autobuses, servicios, ropa y así podría seguir nombrando un largo etcétera de sitios y objetos en los que a los japoneses les gusta poner algún dibujito. Pero lo que hoy vengo a mostrar no es una recopilación de fotos con todos estos sitios y objetos sino una muestra del diseño de las alcantarillas como ya he hecho en anteriores ocasiones en este blog. Puede parecer chocante para los que me visiten por primera vez encontrar en un blog de viajes fotos de modelos de alcantarillas pero es que conocer el mobiliario urbano de una ciudad es conocer un poco más esa ciudad. Seguramente que muchos viajeros nunca se fijan en la forma que tienen bancos, papeleras, farolas, etc. cuando visitan algún sitio nuevo. Es por ello que me gusta mostrarlo.

La peculiaridad de las alcantarillas de Japón, comparándolas con las de otras ciudades que había visitado antes, es que aquí las hacen casi todas con un diseño bastante infantil que muchas veces representa algo típico de la ciudad (como los ciervos en Nara) y que, en algunos casos, les gusta decorarlas con colores muy vivos que nada tienen que ver con el típico color hierro alcantarilla que se ve por todo el mundo.  Os dejo una muestra bastante amplia de las tapas de alcantarilla que me fui encontrando en mi viaje por Japón. Espero que os gusten.

Alcantarilla Tokyo
Tokyo

Alcantarilla Tokyo
Tokyo

Alcantarilla Kyoto
Kyoto

Alcantarilla Nara
Nara

Alcantarilla Osaka
Osaka

Alcantarilla Osaka
Osaka

Alcantarilla Osaka
Osaka

Alcantarilla Osaka
Osaka

Alcantarilla Hiroshima
Hiroshima

Alcantarilla Hiroshima
Hiroshima

miércoles, 20 de junio de 2012

Sake

Una de las cosas que hay que probar si o si en Japón, es su bebida más típica, el sake. Esta palabra japonesa cuyo significado es bebida alcohólica es con la que se le conoce en los países occidentales la cual es diferente a la que recibe en su país de origen, nihonshu, que significa alcohol japonés.
Este licor está hecho a base de la fermentación del arroz. Es por ello que se cree que sus orígenes estén en China aunque ésta es sólo una teoría. Otra teoría es la que cuenta que al llegar los cultivos húmedos de arroz a Japón, estos empezaron a fermentarse gracias a la aparición de un moho que ayudaba en el proceso. En sus orígenes lo que hacía la gente era masticar el arroz y después escupirlo en un barril, gracias a este gesto que hoy nos parece bastante antihigiénico y desagradable, conseguían que las enzimas de la saliva convirtiesen el almidón del arroz en azúcar creando así una pasta dulce que mezclaban con arroz recién cocido. A esta mezcla es a la que dejarían fermentar de nuevo dando lugar a una especie de papilla bastante dulce y baja en alcohol.
El sake que conocemos hoy en día se lo debemos a la investigación de métodos bastante desarrollados a lo largo de muchos siglos. Esto se puede observar en los procesos de producción durante los cuales se han ido depurando mucho las técnicas y los componentes utilizados para la fermentación del arroz aunque en el fondo tampoco se diferencia tanto y os explico el porqué.


A diferencia de otras bebidas alcohólicas producidas por medio de la fermentación de su componente básico como puede ser la cerveza, el sake necesita de un moho para desarrollar este proceso. A este moho se le conoce por koji-kin (Aspergillus oryzae) y se cultiva directamente sobre el arroz cocido.
Una vez que el moho se ha desarrollado encima del arroz, se le mezcla dentro de un depósito con más arroz cocido, agua y levadura. Este punto es lo que diferencia al sake de las demás bebidas alcohólicas y es que al unir estos componentes se desarrollan dos procesos de forma instantánea, la sacarificación por parte del moho y la fermentación por parte de la levadura.
El sabor que podemos degustar al beberlo ya no es tan dulce y el contenido de alcohol también se ha visto incrementado.

Aunque al probarlo nos pueda parecer algo fuerte, el sake no pasa de los 20º siendo los comprendidos entre 14º y 16º los más consumidos.
A la hora de tomarlo se puede beber frío, del tiempo o caliente. Mi preferido es el frío pero quizás es porque toda bebida alcohólica si se toma fría el sabor no es tan fuerte aunque he de decir que lo he probado de las tres formas y ninguna llega a ser desagradable.
Para calentarlo existen una especie de jarritas de barro que suelen venir acompañadas de unos vasitos típicos también de barro utilizados para beber exclusivamente este tipo de bebida. El sake se pondrá dentro de la jarra y se meterá en una cacerola al baño maría llegando a calentarlo a una temperatura comprendida entre 36 y 40 ºC.
Algunos de los factores que determinan la forma de consumirlo son las estaciones del año y el tipo de comida que vaya a acompañar. Respecto a las estaciones del año es típico el beberlo caliente en invierno y frío en verano, como es lógico.


El sake, se puede decir que es una bebida tradicional donde las haya y como tal es utilizada por los japoneses en casi todos los momentos especiales de sus vidas. Estos pueden ir desde la celebración del año nuevo pasando por el momento de festejar la mayoría de edad de alguien hasta llegar a consumirlo en festivales y victorias deportivas.
Pero quizás el momento más solemne es cuando se consume en los rituales sintoístas lo cual se asemeja un poco al consumo de vino en las misas católicas. Es curioso ver a la entrada de los santuarios pilas de barriles ofrecidos por las distintas fábricas en los que se pueden observar los logos de cada una de ellas. Por cierto, hay muchísimas fábricas distintas de sake repartidas por todo Japón.

miércoles, 13 de junio de 2012

Haludovo Palace Hotel, un complejo turístico abandonado

Acabo de llegar de Croacia y, al pensar sobre qué podía empezar a escribir, lo primero que se me ha venido a la mente es el hotel abandonado que teníamos justo enfrente de los apartamentos en los que nos alojábamos.
En la isla de Krk, de la que ya hablaré más adelante, en un pueblecito bastante turístico situado en el norte llamado Malinska, allá por el año 1972, el dueño de la revista Penthouse, Bob Guccione, inaugura un hotel - casino de lujo al que llamará Penthouse Adriatic Club.
Esta idea crea un poco de incertidumbre en la sociedad ya que es raro que un hombre de negocios americano invierta 45 millones de dollares en un hotel de tal envergadura en un país comunista el cual está involucrado en la Guerra Fría. Al parecer, a este editor de la famosa revista para hombres, lo que le interesa es que se desarrolle el proyecto a modo de protesta hacia una guerra que ya dura más de 20 años y la cual ve incomprensible.
Este complejo será propiedad de la compañía yugoslava Rijeka Brodokomerc debido a las restricciones que se dan en la Yugoslavia comunista con respecto a las inversiones extranjeras. Por tanto los yugoslavos se encargarán de la gerencia, mantenimiento y servicio aunque con un pequeño matiz y es que Bob Guccione quiere que varias de las chicas que aparecen en su revista trabajen como azafatas haciendo de ellas el reclamo perfecto que puede hacer decidir a americanos y europeos a visitar esta isla del Adriático.
Ésta es una de las pocas fotos que he conseguido encontrar de la época en la que estaba abierto.


Los turistas que venían a este complejo, en cuanto la guerra empezó a ser más feroz en esta región del este de Europa, dejaron de venir eligiendo sitios más seguros en los que poder pasar unas vacaciones relajados y alejados de cualquier peligro.
El hotel por tanto pasó a ser lugar de residencia de los refugiados que no tenían donde meterse. Una vez que la guerra hubo terminado, éstos no tenían intención de dejar lo que había sido su hogar para empezar una nueva vida en otro sitio pero fueron obligados a abandonarlo. Eso si, salieron de él con todo lo que pudieron llevarse consigo: radiadores, tuberías, cableados, etc.

Hoy en día el Haludovo Palace Hotel está en ruinas y da la impresión de que se abandonó deprisa y corriendo ya que muchas de las zonas conservan el mobiliario tal y como se debió dejar en su día.
Aún así, el paso de curiosos que, como nosotros, ha pasado para ver este edificio en ruinas, ha hecho estragos en la decoración, mobiliario y hasta en la estructura del edificio dando una impresión de abandono que conmueve y atemoriza a partes iguales ya que la desolación y soledad que desprende hace que se visite volviendo la cabeza cada dos por tres por lo que pueda aparecer en cualquier momento (acto reflejo que el que lo visite va a experimentar).


En las zonas de habitaciones no hay mucho que impresione ya que éstas se parecen mucho entre sí. Lo que si es curioso ver son los interminables pasillos en penumbra llenos de cristales rotos y con todas las puertas a ambos lados medio abiertas, algunas cerradas a cal y canto y otras que dan a habitaciones completamente oscuras en las cuales ni entramos ya que no llevábamos linternas.
Las zonas comunes ya son otra cosa, eso sí que impresionaba y emocionaba a partes iguales según las íbamos descubriendo. Lo más espectacular era la cantidad de cristales rotos que había por todos lados. En su día, este hotel debió de gozar de unas vistas impresionantes del mar, sobre todo del atardecer que coincide con la orientación del complejo.
El pasar por la bolera situada en la parte baja del hotel la cual tenia las máquinas encargadas de recoger las bolas completamente destrozadas y con todo el suelo de las pistas levantado; las pistas de tenis llenas de vegetación y con las vallas rotas; las piscinas con la mitad de los azulejos rotos y llenas de sanitarios y alguna que otra silla; la zona de bar - restaurante con sus mesas redondas y sillones rasgados; la recepción abandonada completamente con el armario de las llaves vacío completamente pero con sus números de habitaciones pegados en las casillas todavía legibles; la zona de sauna con los azulejos blancos que dan la sensación de encontrarse en un psiquiátrico o algo parecido, etc.
Pero aparte de todo esto, el hotel también contaba con apartamentos que estan un poco separados de lo que es el edificio principal del Haludovo y que han tenido la misma suerte que éste.
En definitiva, en su época tuvo que ser un hotel en el que muy pocos podrían alojarse por los precios que debía tener. Las instalaciones que tiene son mucho mejores que las de algunos de los complejos que nos encontramos ahora 40 años después.



Lo que si es una pena, y si lo visitáis espero que no lo hagáis vosotros también, es que hay gente que pasa por ahí y lo único que sabe hacer es alterar el lugar un poco más haciendo que el siguiente aventurero que se quiera internar por esos largos pasillos para descubrir por el mismo todos los rincones que ofrece este edificio, lo encuentre cada vez en peor estado y con menos objetos que le transporten a esa época y le hagan disfrutar esta experiencia.
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