martes, 6 de julio de 2010

La Torre Eiffel

La Torre Eiffel es el símbolo por excelencia de París desde que en 1889 fuese inahugurada como el atractivo y reclamo principal de la Exposición Universal celebrada en esta ciudad. Además es el icono de una ciudad más reconocido mundialmente. Fue diseñada por el ingeniero francés Gustave Eiffel y consiste en una estructura de hierro de 324 m de altura (conseguidos gracias a unas antenas de radio instaladas posteriormente). Está construida sobre los Champ de Mars cerca del río Sena, en el 7º distrito de París.
La instalación de esta torre creó mucha controversia en el pueblo parisino al que el diseño de la misma no llegaba a convencer porque no pegaba nada con el estilo de la ciudad. Se fijó una fecha para su demolición (después de la Exposición Universal), pero la armada consiguió que el pueblo la aceptara o más bien que no la repudiase dándole un uso, el de punto de difusión radiofónica gracias a que la diferencia de altura respecto a los edificios de París es abismal.


Cuando yo estuve era un fin de semana de Noviembre y no había tanta gente como imagino que se juntará en épocas más cálidas. En la base, esperando para comprar las entradas en las taquillas, hacía un poco de frío, pero con la emoción de poder subir a un monumento que llevas oyendo hablar de él toda tu vida, se soporta bastante bien. Al principio yo era un poco reacia a subir porque lo veía como un super negocio por parte de los parisinos y no quería entrar en el juego, pero bueno, en un viaje con más gente no siempre se hace lo que uno quiere, asique, tocó subir y no me arrepiento para nada.
Os voy a dejar unas tablas que corresponden a los horarios y las tarifas establecidas para el año 2010.


Después de estar en la fila entre media hora y una hora, conseguimos comprar las entradas hasta la tercera planta, porque ya que nos poníamos, queríamos subir hasta lo más alto. El ascensor que cogimos nos subió directamente a la segunda planta. De esta forma nos evitamos el tener que esperar después para subir de la primera a la segunda. Una vez fuera del ascensor, que por cierto es una pasada porque vas viendo como la ciudad se va quedando enana (en altura claro) a la vez que subes, empiezas a admirar la ciudad desde los 115 m de la segunda planta. Ya a esta altura es un vista increible de París pero a nosotros lo que nos apetecía era llegar hasta arriba antes de que nos anocheciese asique nos dimos una vuelta rápida por esta planta y nos colocamos en la fila de los ascensores que te llevaban hasta arriba. Aqui nos tiramos muchísimo tiempo, encima hacía un frio del carajo y más que parecía al estar parado esperando. Las manos se nos quedaban heladas, e intentábamos taparnos bien el cuello para no coger una buena gripe.

Al final llegó nuestro turno y conseguimos subir hasta la última planta, situada a 276 m. Este espacio está dividido en dos alturas, una cerrada con cristaleras, para la gente a la que le diese un poco de miedo las alturas pero que no se quieren perder por este motivo las vistas de París, y otra, por encima de esta, que está al aire libre.
El primer espacio, el cerrado, tiene calefacción la cual nos vino de lujo para poder quitarnos un poco el frío que teníamos metido en los huesos. Aqui también hay como un par de salas cerradas en las que se puede ver unas figuras que representan a su creador Gustave Eiffel trabajando en el proyecto junto con otros personajes. La segunda parte de esta planta, la abierta, es la que más nos impresionó. A esta altura no hay ningún riesgo de caida porque se han puesto unas rejas para que no llegue cualquiera y le dé por tirarse o que alguna persona por el viento o cualquier otro motivo pueda precipitarse al vacio.
Pero cuando quisimos llegar aquí ya era de noche. Es bonito ver París iluminado pero todos queríamos haber llegado un poco antes para poder ver la extensión de toda la ciudad ante nosotros.

Una vez abajo estuvimos tirados en el suelo viendo la iluminación que, por motivo de la presidencia francesa de la Unión Europea, era azul. Habían colocado también unas estrellas en círculo que representaban la bandera y la imagen resultante era bastante chula. Cuando ya nos íbamos a levantar para irnos a comer algo (un día muy duro en el que no habíamos parado ni a comer) empezaron a apagarse y encenderse muchas lucecitas blancas por toda la torre. Fue un buen final de visita a este monumento tan emblemático de la ciudad de París después de habernos tirado en total entre unas cosas y otras unas 3 horas y media.


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